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Esbozos de una cosmovisión en La Serranía de La Lindosa
El vocablo Chiribiquete identifica el área natural protegida más grande de Colombia y no solo hace referencia al gran espacio territorial con montañas pintadas en la zona norte, área de influencia cultural del pueblo Karijona; sino que también se ha venido imponiendo a todas las montañas pintadas de las que se tiene referencia tanto al norte y al este del área geográfica del Parque Nacional Natural (PNN) donde también han transitado históricamente decenas de diferentes pueblos originarios.
En esta breve entrada plantearemos algunos sentimientos de lo que, a juicio propio, significa la adopción del nombre Chiribiquete como una extensión simbólica más allá de las 42.000 hectáreas del PNN que designa.
Una vez se genera una atención mundial tras la ampliación del área y la declaratoria como Patrimonio Mixto Mundial de la Humanidad-UNESCO en 2018, se declara la intangibilidad del área con el fin de evitar afectaciones por cuenta de la curiosidad humana que busca siempre conocer, explorar lugares remotos, casi inexplorados, ricos en biodiversidad y endemismos. Se adoptan eslóganes disuasivos como “Conocer sin ir”, o “La mejor manera de proteger es no contactar”, excluyendo así cualquier forma de visitas.
La única manera de lograr un acercamiento para el público se genera mediante la realización de una práctica monitoreada de sobrevuelos para el disfrute paisajístico desde el aire, ejercicio que se interrumpió con la pandemia y que much@s esperamos ver cómo se reformula en un futuro próximo.
Queda establecido que los sobrevuelos salgan exclusivamente desde el aeropuerto de San José del Guaviare, tal vez el único con la infraestructura apropiada en inmediaciones del PNN pero también con el objeto de impulsar el incipiente crecimiento turístico regional en el Guaviare, argumentando además las analogías paisajísticas, ecosistémicas y arqueológicas existentes en la Serranía de la Lindosa.
Pareciera un fluir per se de las situaciones que vienen a complementarse en donde se define un área de visita para impulsar su desarrollo y al tiempo se protege otra que lo necesita.
Sin embargo la magnitud y el renombre del PNN han generado un protagonismo que se impone, en algunos casos relegando el espacio cultural del territorio de la Serranía de La Lindosa en términos de dependencia o vinculación subordinada.
Cuando hablamos de La Serranía de La Lindosa, el uso de expresiones como “Puerta de (entrada a) Chiribiquete”, “Área Tangible del PNN”, “Tradición Cultural Chiribiquete”; o al subordinar el nombre de La Lindosa frente al de Chiribiquete; al vincular o alinderar los dos espacios territoriales; estamos amalgamando dos espacios con evidentes aproximaciones y similitudes pero también con una gran cantidad de diferencias desde lo social, lo antropológico, lo histórico, lo ambiental.
Si realizamos una simple búsqueda en la red con las palabras “Pinturas” y “Chiribiquete”, el resultado privilegia las imágenes propias de la Serranía de La Lindosa, desde dónde se anunció al mundo la declaratoria UNESCO del PNN. Con-fusiones que se promueven principalmente desde instancias gubernamentales y mediáticas.
El ejercicio ha resultado benéfico para un sector como el turismo ya que ha cumplido con el objetivo de apalancar su eclosión. Para muchos, la adopción del término Chiribiquete en sus eslóganes promocionales hacia La Lindosa ha sido efectiva, ofertando un “acercamiento” hacia un espacio que se supone intangible, al menos para el común de los mortales.
¿Acaso se repite el esquema cuando para promocionar la belleza de los ríos de colores existentes en La Lindosa, la estrategia se “apoya” en el renombre del vecino Caño Cristales?
En algunas intervenciones de investigadores del área de La Lindosa, como el profesor Virgilio Becerra, esta inquietud se ha manifestado desde la perspectiva de la identidad de culturas campesinas afectadas por la historia reciente, vinculadas a procesos de resignificación de un territorio que han venido interviniendo durante las últimas décadas.
A lo que se suman voces como la de la antropóloga Natalia Gómez Muñoz quien subraya la colonialidad en las investigaciones denunciando el uso del término “descubrimiento”. Epítetos como “Capilla Sixtina”, “Piedra Roseta”, “Los Shakespeare” de la Amazonía y tantas otras analogías eurocentristas han surgido en los medios para referirse a manifestaciones culturales que las sobrepasan en antigüedad.
Es precisamente en esa composición de elementos culturales y naturales tan variados que se delinean los bocetos de una identidad autóctona, arraigada en la historia de sus poblaciones recientes que reconocen en vestigios de tiempos tan remotos, enigmas con una enorme carga simbólica.
Esperamos que los frutos de la investigación en La Lindosa y la actividad turística logren pronto promover este territorio sin referentes diferentes a los que localmente se originan en estos momentos de reconocimiento social.